El otro día soñe que tenía una pareja.

Soñé que tenía 32 años, que después de haber buscado enamorarme, encontré a alguien que me atrajo de manera física, comencé a hablarle, las conversaciones seguían y fluían los temas sin problemas, era mi alma gemela.

Las primeras semanas dudaba de si la atracción que había comenzado a sentir por ella era de amistad o algo más sentimental y personal. Al pasar el tiempo y ella mostrar interés en mis avances y con el afecto reciproco que me mostraba, comenzamos a salir, la pregunta fue dicha de manera casual, sin muchos decoros, un par de sonrisas nerviosas y finalmente el sí.

Al pasar el tiempo comenzamos a salir, intentando agradarnos nos dimos cuenta que cada quién mintió sin querer lastimar al otro, no es que sean mentiras graves sino sobre los pequeños gestos y desacuerdos personales sobre que gusta o no gusta. A ella le gustaba dibujar retratos de perros gordos y con pliegues en sus rostros y ver el beisbol los domingos por la tele en las mañanas, a mi nunca me agradaron los animales (en especial los gordos) y ver deportes como esos no me interesaban, a ella le gustaba salir a comer los fines de semana y yo prefería pedir algo para comer en la noche, ella solía hacer chistes sin gracia de los que me reía más por inercia que porque fuera realmente gracioso, eran cosas que sinceramente no representan un obstáculo para formalizar una relación, son sólo desacuerdos que forman parte de uno, ella a su vez, no entendía ni compartía mi gusto por la colección y clasificación de maderas exóticas ni su labrado para agregar a mi muestrario, no le gustaba que no me tomara las cosas tan enserio como para molestarme por acciones de terceros que ni a ella ni a mi y probablemente ni los del problema les molestaba tanto como a ella, ella se detenía en cada parada del semáforo aunque no pasaran autos y se molestaba cuando yo cruzaba. Todo aquello no sentimos que representara un impedimento para continuar la relación.

 Pasaron varios meses, meses en los que conocí a sus amigos cercanos y ella a los míos, rara vez se conocieron entre ellos, fueron tiempos en los que pasamos nuestros días entre la rutina, cenas y demás cosas en las que se va la vida de pareja. Todo se sentía eterno. Comenzamos a vivir juntos cerca del año y medio de relación.

Una noche llegó tarde del trabajo, preocupado le llamé, contestó que estaba bien y que ya regresaba a casa, que no me preocupara. Al llegar procedió mecánicamente a hacer lo mismo de siempre; dejó su bolso en la mesa de centro, se quitó el abrigo en la habitación y lo colocó en una esquina de la cama, se quitó las zapatillas, y comenzó a alborotarse el cabello, se desabrochó el brasier y entró al baño. Preparaba la cena y servía los platos, pero ella tardaba más de lo usual ahí dentro, toqué la puerta y pregunté si estaba bien, abrí la puerta y ella estaba ahí, parada mirando meticulosamente su rostro, me quedé parado en la esquina de la puerta extrañado de su actitud y le pregunté ¿qué pasa?, ella respondió con la pregunta de ¿qué te gustó de mí?

Personalmente nunca había pensado demasiado en ello, sólo aceptaba el hecho de que me gustaba por algo y que la atracción que sentía por ella era de alguna forma inconscientemente justificada, nunca ahondé en alguna razón especifica del por qué, tenía un par de respuestas, respuestas que ahora, ante esa pregunta tan directa parecían vaguedades, insuficiencias, nimiedades, me gustaba el como su cabello le cubría parte de su cuello, mismo que ahora tenía recortado, me gustaba como pasaba el tiempo tirando la pelota en la mesa, me gustaba su risa ahogada cuando no debía reír por la situación, me gustaba como era seria cuando alguien le preguntaba acerca de sus gustos musicales, pero ¿cómo decirle todo eso ahora que llevamos 3 años juntos?

En mi mente sabía que había algo, ¿cierto?, sino, ¿cuál sería entonces la diferencia entre ella y las demás personas?¿qué era aquello que la volvía especial?

—¿Por qué decidiste salir conmigo?

—¿qué?, yo, bueno....me gustaba como eras tan seria cuando hablabas de tus gustos musicales... me gusta como caminas por la mañana sin hacer ruido cuando te vas temprano pero al final haces algo de ruido... me gusta cómo sonríes cuando vez algo gracioso... creo.

—entiendo...

—...¿y tú?...

—...¿yo?... no lo sé —dijo mientras bajaba la cabeza— bueno... podría decir lo mismo que tú pero... no siento que sean muy buenas razones... Creo que sinceramente no lo sé, supongo que el como encojes los hombros cuando te pregunto algo que no me quieres decir... pero, no es eso.

—¿Entonces, tampoco lo sabes?

—...no, no es que no te quiera, es decir, sí, también de amo pero, no lo sé. Yo, venía pensando eso y, no lo sé.

 —¿Entonces?...

—¿Qué hacemos aquí?...

Ella volteo a mirarme con los ojos algo enrojecidos, cristalinos, temblorosos y con miedo. Aquella mirada me aterraba, me intimidaba y me entristecía, baje la cabeza para no mirarla, sentía vergüenza de no saber que responder otra vez.

— Pues viviendo juntos...

—Entiendo...

Claramente ninguno de los dos entendía pero ambos tuvimos miedo de ahondar más en la discusión con preguntas.

Continuamos la noche normalmente, nunca supe qué sucedió esa tarde para llegar de esa forma, tal vez fue un pensamiento repentino o escuchó la pregunta en algún lado, no importa realmente, el hecho es que ninguno de los dos estaba preparado para responderla. El ambiente, los días posteriores a esa noche, se sentía un poco más silencioso, tenso y era como sentarse junto a un extraño, esos tres años juntos que establecieron un pacto de confianza habían desaparecido una noche por una pregunta.

Otra noche a la semana siguiente a la la pregunta, al salir del trabajo tomé un camino más largo, me paré en un puente peatonal que pasaba encima de unas vías y miré pasar la vida. El problema no fue la pregunta en sí, sino las preguntas que devienen de ella ¿por qué pasamos tanto tiempo juntos?¿qué me hizo decidir por ella y no por alguien más?¿qué la hacía mejor a otras ex parejas que tuve?¿porque las acciones que en otras personas me desagradaban en ella lo dejaba pasar?¿porqué ella decidió estar conmigo?¿qué a hizo aceptar mi persona?¿qué tanto le disgustaran las cosas que hago o no hago?... Esa noche no regresé a casa... 

Al mes de aquello hablábamos poco, ella intentaba de vez en cuando bromear del asunto, sin embargo yo, al intentar seguir el juego, terminamos en una situación incomoda, similar a cuando intentas "romper el hielo" con alguien que recién conoces.

Una noche, mientras estábamos en la cama, con la luz apagada, el corazón se estrujaba al pensar que esto ya no era lo que fue y que por más que intentáramos restablecer las cosas, ese sentimiento de duda permanecería, como un error que no fue visto y que ahora era demasiado tarde para resolver. Me volteé a la esquina de la cama y le pregunté 

—¿estamos bien?...

—...sí

Al poco rato escuché pequeños sollozos debajo de las cobijas, ella creía que estaba dormido, pero no podía dejar de mirar la ventana deseando que todo esto fuera en sueño, que nunca había preguntado eso esa noche y que mañana ninguno recordaría nada. Cerré los ojos y, como un vago intento de consuelo pregunté estúpidamente.

—¿estás bien?

—no— dijo susurrando, mismo susurro que yo fingí no escuchar.


Esa noche el llanto que ahogue hizo que mi garganta ardiera tanto que creí por la mañana que no podría pronunciar una palabra.

 Al poco tiempo de ello terminamos la relación, dejamos de vivir juntos, ella regresó con sus padres por un tiempo y yo decidí mudarme con un ex compañero de la universidad con el que seguía comunicándome de vez en cuando, la última semana de renta la pasé mirando la ventana deseando que hubiera sabido conocer la respuesta a su pregunta, que ella la hubiera conocido, o que nunca la hubiera preguntado.

A la fecha, por lo que sé, ella sigue soltera igual que yo, la han visto algunas veces con alguna que otra persona pero su relación nunca dura lo suficiente para ser considerado algo serio, por mi parte estoy igual. Actualmente estoy en una relación, tenemos 6 meses juntos y cada vez es más recurrente que por las noches, en silencio, miro a mi nueva novia a un lado y me pregunto ¿por qué ella esta aquí? y ¿por qué la dejé entrar a mi vida?, no puedo responder esas preguntas y espero encarecidamente que ella nunca me las haga...

 

¿Será que el amor nace del miedo a morir solos?... nos engañamos y fingimos conocer la respuesta, o en dado caso, fingir que lo que se dice es suficiente para continuar, pero muy en el fondo sabemos que no lo es... que nunca lo será.

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